viernes, 16 de julio de 2010

OVNI (GUION DEFINITIVO)

Relator:
Es necesario el poder de la imaginación para poder abstraerse y sobrevolar la cotidianeidad de la vida. Sólo eso nos permitirá caer en una realidad fantástica, la verdadera realidad. Fuera de ese mundo quedaran los cínicos y los incrédulos.

(Sonido de radio de fondo)

Sr. Mota:
- Nunca leés en la cama (Sonido: pasando páginas de diario)

Consuelo:
- Antes si. ¿No te acordás? Después me di cuenta de que con quedarme quietita y ordenar mis pensamientos en silencio me alcanzaba.

Sr. Mota:
-¿Entonces para qué tenés la radio prendida?

Consuelo:
- Yo no la prendí.

Sr. Mota:
- Uf (fastidio) (Sonido de la perilla de la radio apagándose) Vos nunca tuviste problemas para dormir.

Consuelo:
- Y… algunas veces. Pasa que nosotras las mujeres somos menos dramáticas que los hombres

Sr. Mota:
-Yo no soy dramático, es que esto es insoportable. ¿Necesitas luz para pensar?

Consuelo:
- No.

Sr. Mota:
(Sonido: deja de lado el diario y apaga luz velador, roce frazadas)
- Hasta mañana

(Silencio: 5 seg.)
(Sonido chiflete, roce frazadas, enciende luz velador)

Sr. Mota:
- No tengo insomnio, pero se me mete alguna idea en la cabeza y me da vueltas y vueltas y no me deja dormir.

Consuelo:
- ¿Y ahora tenés alguna idea en la cabeza?

Sr. Mota:
- No sé si es una idea, pero pienso que Rafael, nuestro vecino, es insoportable.

Consuelo:
- A mí siempre me cayó bien como vecino, podríamos tener gente peor viviendo al lado.

Sr. Mota:
- Y, si.

Consuelo:
- ¿Y por que estás enojado con él?
(Sonido: roce de frazadas)

Sr. Mota:
- Porque nunca sé si me esta jodiendo o me esta hablando en serio. Es que todos los artistas y escritores son insoportable, pero como este, ninguno. Claro, como yo tengo que viajar todos los días hasta Capital y pongo el culo sobre una silla para ganarme la vida honestamente, me vuelvo, como dice él, en un esclavo del sistema… por favor…

Consuelo:
- No te pongas así

Sr. Mota:
- No me pongo nada. Lo que me da bronca es que lo tengo enfrente y no se me ocurre nada para contestarle cuando hace esos comentarios tan boludos.

Consuelo:
- Eso es por que vos sos una persona honesta y ubicada, y a mi me encanta que seas así. Pero ¿qué es lo que te dijo?

Sr. Mota:
- No es sólo lo que dijo, también la forma en que lo dijo, como si yo fuera un tarado. Dijo que ayer a la noche vio un platillo volador aterrizando detrás de la arboleda que hay al fondo de la cancha de golf.

Consuelo:
- ¿Y por eso te enojas? Te lo habrá dicho jodiendo para ver como reaccionabas. Aparte es un buen lugar, allá… lejos.

Sr. Mota:
- Ay, deja, Consuelo. Me voy a dormir.

(Sonidos: movimiento brusco de frazadas, se apaga velador)

Relator:
El Sr. Mota se dio vuelta y miró el reloj en la mesita de luz mientras su esposa, preocupada por su insomnio, lo observaba en silencio.

(Sonido de viento, 5 seg.)


Sr.Mota:
- ¿Ya te dormiste?

Consuelo:
- No, estoy despierta todavía. Hay que ponerle un burlete a esa ventana porque nos vamos a morir de frío en invierno.

Sr. Mota:
(Sonido: se enciende velador)
- Y entonces le dije que por qué no se iba a fijar detrás de los árboles si estaba la nave espacial.

Consuelo:
- ¿Seguís pensando en eso? Bueno… ¿Y que te dijo?

Sr. Mota:
- Me dijo que el no se metía en la propiedad de gente millonaria sin permiso.

Consuelo:
- ¿De verdad piensa que somos millonarios?

Sr. Mota:
- Mira, un tipo que ve platos voladores puede creer cualquier cosa. ¿Qué le pasa a este país? Cuando yo era chico nadie veía platillos voladores, nadie se metía a robar en los countrys, nadie se drogaba. ¿O vos escuchaste de gente que veía naves espaciales cuando eras chica?

Consuelo:
- Y… me parece que no había platillos voladores cuando yo era chica.

Sr. Mota:
- Y claro que no.

Consuelo:
- Antes no existían, a lo mejor ahora si.

Sr. Mota:
- Eso es ridículo.

Consuelo:
- No es ridículo, los ven toda clase de personas.

Sr. Mota:
- Y claro, porque el mundo esta lleno de locos. Decime una cosa, si existen los platillos voladores ¿para qué van a venir?

Consuelo:
- Para curiosear.


Sr. Mota:
- ¿¿¿Cómo???

Consuelo:
- Y si, nosotros somos curiosos. Ellos también pueden ser curiosos ¿Por qué no?

Sr. Mota:
- Y porque esa clase de ideas es la que hace que el mundo esté como está. Y esa suposición no tiene fundamentos. Si las personas como vos estuvieran más en contacto con el mudo real todos estaríamos mejor.

Consuelo:
- ¿Qué querés decir con personas como yo?

Sr. Mota:
- Personas que no saben nada de la realidad.

Consuelo:
- ¿Como yo?

Sr. Mota:
- Y si. ¿O que haces todo el día acá metida en el country a cien kilómetros de la Capital?

Consuelo:
- Siempre estoy ocupada.

Sr. Mota:
- Estar ocupada no es suficiente, todas las personas tienen que justificar su existencia alguna vez.

Relator:
El señor Mota había comenzado nuevamente sus discursos instructivos. Ocurrían cada quince días, cuando padecía de insomnio. La suave y tranquila Consuelo ya había aprendido a escucharlo de forma paciente e inalterable.

Consuelo:
- ¿Haciendo plata? Si siempre me decís que tenemos suficiente dinero.

Sr. Mota:
- Yo nunca hable de plata. Mira, cuando se murió el perro vos dijiste que ibas a hacer el doctorado en biología vegetal y yo te dije que me parecía estupendo.

Consuelo:
- Si, me acuerdo. Me encanta que apoyes mis proyectos.

Sr. Mota:
- No me refiero a eso. Es que ya pasaron dos años desde que te recibiste y no haces absolutamente nada.


Consuelo:
- Estas enojado conmigo ahora.

Sr. Mota:
- No estoy enojado.

Consuelo:
- Es que siempre estoy ocupada. Si trabajo en el jardín, y colecciono especímenes…

Sr. Mota:
- Pero si te pago un jardinero. 900 pesos por mes me cobra. Tenés cocinero, tenés mucama. El otro día leí en Revista 23 sobre la vida sin sentido que llevan las mujeres de la clase media alta.

Consuelo:
- Yo también lo leí.

Sr. Mota:
- Nunca me dejas terminar lo que quiero decir. Estábamos hablando de los platillos voladores y a vos se te metió la idea de que existen.

Consuelo:
- ¿Pero ahora no estábamos hablando de otra cosa? De que vos te enojás porque no encuentro trabajo como bióloga en alguna facultad para justificar mi existencia. Es que si me pongo a trabajar te voy a extrañar mucho.

Sr. Mota:
- ¿Y yo cuando hable de trabajar en alguna facultad? Aparte acá cerca hay como tres facultades, cualquiera te tomaría enseguida.


Consuelo:
- Eso lo decís vos. Yo me quedo con mi casa que me gusta mucho.

Sr. Mota:
- ¿Te das cuenta? Aceptas tener una vida sin sentido, monótona, aburrida, aceptas…

Consuelo:
- Sabés bien que no tenés que ponerte así a esta hora de la noche. Después no te podes dormir. ¿No querés que te traiga un tecito?

Sr. Mota:
- ¿Por qué no me dejas terminar lo que quiero decir?

Consuelo:
- Bueno, te voy a traer un tecito rico que eso siempre te ayuda a dormir bien.

(Sonidos: pasos que se alejan)

Relator:
Consuelo se levantó de la cama, se puso la bata y fue hasta la cocina. Apoyó la pava en el fuego y a oscuras, con la vista clavada en las llamas, aguardó.
Del aparador seleccionó la taza de porcelana blanca, la preferida del señor Mota, y de un frasco de la alacena, sacó un sobrecito y espolvoreó el contenido dentro de ella. Cuando la pava comenzó a silbar agregó el agua y con la taza humeante regresó a la habitación.

(Sonidos intercalados con el relato: pasos que se acercan, puerta se abre y se cierra, continúan los pasos, cucharita metálica revolviendo liquido en recipiente de porcelana, frazadas revueltas)

Sr. Mota:
- Ah, tu té es bárbaro, siempre me hace soñar con un montón de imágenes alegres y coloridas. Perdóname que me ponga así, me altera no poder dormir.

Consuelo:
- Ya sé.

Sr. Mota:
- Es que pienso que vos te quedas acá todo el día encerrada y sola y…

Consuelo:
- Pero a mí me encanta estar acá.


Relator:
Consuelo esperó hasta que la respiración de su marido se hizo regular. (Consuelo) –Pobre amor - dijo con un suspiro, y acariciándolo aguardo diez minutos más.
Luego se levanto de la cama, se puso unos pantalones rotos, ojotas, una camisa y sin hacer ruidos salió de la casa. (Sonido: pasos en el pasto, viento) Atravesó el jardín hasta el invernadero. La luna estaba tan brillante que no tuvo necesidad se usar la linterna que llevaba en el cinturón. En el invernadero estaba su mochila con los especímenes que había seleccionado y catalogado durante las últimas tres semanas. Apreciaba tanto la manera en que envolvía cada espécimen en musgo húmedo… Le generaba un calido sentimiento de satisfacción que le duraba días. Pensó (Consuelo) - Qué bien le haría a mi marido pasar más tiempo al aire libre en vez de adentro de una oficina en la ciudad – Se cargó la mochila al hombro, abandonó el invernadero y con pasos largos y lentos fue por el sendero que cruzaba la cancha de golf y la arboleda. Allá lejos, protegidos de las miradas de cínicos e incrédulos, allá lejos, la esperaban.